La vida, el espacio público y los edificios (en ese orden) deben ser prioridades en las ciudades

La vida, el espacio público y los edificios (en ese orden) deben ser prioridades en las ciudades

En el Capítulo V del libro Ciudades para la Gente de Jan Gehl, nos habla sobre como las prioridades en las ciudades deben ser: la vida, el espacio y los edificios, en ese orden. Y del papel tan importante que juega la escala en el diseño de las ciudades. La razón por la cual se le da tanta importancia a la escala pequeña es porque suele ser la más desdeñada por los que planifican las ciudades. Otra cuestión esencial es que  Este listado de razones es un convincente alegato a favor de la pequeña escala y de por qué debería ser una parte sustancial de cualquier ciudad y del desarrollo de la planificación urbana.

 

Checa esto: ¿Por qué necesitamos una ciudad a la altura de los ojos?

Escala pequeña.

De la escala pequeña y el paisaje humano, surge la imagen de la ciudad que los habitantes experimentarán a la altura de sus ojos. En este nivel no se destacan ni las grandes líneas urbanas ni la ubicación de los edificios sino más bien la calidad del paisaje humano, percibida por las personas que se desplazan y permanecen en la ciudad.

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Escala mediana.

En la escala mediana, es la que describe cómo los sectores individuales o distritos de la ciudad van a diseñarse, y cómo se va a organizar el espacio urbano y los distintos edificios. Esto se refiere a la planeación urbana desde la perspectiva de un vuelo bajo en helicóptero.

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Escala mayor.

En la escala mayor, el tratamiento holístico y globalizador de la ciudad que se refiere a los distritos, los servicios y las infraestructuras de transporte. En la práctica, trabajar con estas tres escalas quiere decir que hay que interactuar con tres disciplinas distintas, cada una con sus reglas y criterios.

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La planificación urbana no de iniciar desde la macro escala.

Hay una serie de razones que pueden usarse para explicar por qué la planeación urbana comienza en muchos casos desde arriba y desde afuera. Las prioridades generalmente se ordenan de la siguiente manera: primero se definen los límites de la ciudad, luego los edificios y por último se le presta atención al espacio que se forma. Las experiencias recolectadas tras décadas de planeación indican, que este método no funciona a la hora de crear un paisaje humano y establecer condiciones que alienten a las personas a usar el espacio público. Al contrario, en casi todas las circunstancias se ha visto que es prácticamente imposible asegurar una vida urbana de calidad si las decisiones del planeamiento se toman desde la escala mayor a la menor, trabajar con estos espacios se ve reducido a solo darles un tratamiento a aquellas partes residuales del macro escenario. Lamentablemente hay que concluir que la dimensión humana está ausente en la gran mayoría de las nuevas ciudades.

Una vez que se ha atendido el espacio público y las conexiones de movilidad, se puede proceder a colocar las construcciones para tratar de conseguir la mejor coexistencia posible entre la vida, el espacio y los edificios. A partir de este punto, el trabajo debe expandirse para resolver los grandes desarrollos y los grandes distritos, pero siempre enraizado en estos requerimientos que aseguren condiciones óptimas para la escala humana.

La historia del desarrollo urbano es indicativa y nos muestra cómo los poblados más antiguos se constituían alrededor de caminos, senderos y lugares de mercado. En las ciudades del Renacimiento y del Barroco, el espacio público muchas veces era el punto de partida para la planificación.

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La vida, el espacio público y los edificios, en ese orden.

Así es posible observar que el orden vida-espacio-edificios puede ser rastreado a lo largo de toda la historia urbana hasta llegar al reciente período moderno, cuando los edificios tomaron el centro del escenario, en detrimento de la vida y el espacio.

La vida dentro de una ciudad ha sido dada por hecha durante décadas. Siempre estuvo ahí, y el proceso constante de degradación raramente fue estudiado. Mientras que el tránsito automotor se ha hecho más visible dentro del proceso planificador, las actividades humanas dentro de la ciudad se han vuelto cada vez más invisibles. Es necesario reordenar las prioridades. La vida urbana debe ser visibilizada y tratada con el mismo énfasis que cualquier otro aspecto de la ciudad. La vida debe ser priorizada también en urbes existentes.

De modo simple, se puede decir que los estudios se realizan con base a mapeos que dan cuenta del espacio público y a registros que se toman de la actividad que allí se desarrolla. Generalmente, los registros de vida urbana echan luz sobre cuáles y qué extensión tienen en el tiempo las actividades de permanencia y las peatonales, en ciertos días y horarios a lo largo de las diferentes estaciones del año. Esta es una modalidad simple y barata de conseguir una visión general bastante precisa acerca de cómo funcionan los espacios y qué actividades se llevan a cabo en ellos.

 

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Gloria C. Morales FonsecaAutora: Gloria Morales. Licenciada en Arquitectura por la Universidad Autónoma de Sinaloa. MC. en Arquitectura y Urbanismo por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Profesora e investigadora en temas urbanos.

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