¿Por qué necesitamos una ciudad a la altura de los ojos?

¿Por qué necesitamos una ciudad a la altura de los ojos?

El siguiente capítulo en esta serie del libro “Ciudades para la gente” de Jan Gehl, nos habla del porque necesitamos una ciudad a la altura de los ojos y obviamente a escala humana.

 

Las ciudades deben proveer buenas condiciones para que la gente camine, se pare, se siente, observe, hable y escuche. Y esto solo se apetece hacer cuando la ciudad y su espacio público se encuentra a la altura de nuestros ojos. Entre todas las cuestiones a las que los urbanistas deben atender, la más importante es prestarle atención a la escala pequeña.

 

El nivel espacial que tenga una ciudad o una morada a la altura de los ojos puede ser decisivo a la hora de incidir en la calidad de vida de la población, a pesar de que haya fallas en otras áreas. Para asegurar la calidad del espacio público se debe pensar en escala pequeña.

 

Checa esto: Como podemos tener una ciudad vital, segura, sostenible y saludable.

 

Buenas ciudades para caminar.

El diseño del espacio público también juega un rol en este proceso. Los peatones generalmente se mueven más rápido cuando caminan a lo largo de calles que son predominantemente lineales, mientras que disminuyen el paso cuando atraviesan una plaza, por ejemplo. El clima también es otro factor que pesa. Las personas se mueven más velozmente cuando llueve o hace frío.

Por qué necesitamos una ciudad a la altura de los ojos

Generalmente, se considera que la mayoría de la población está dispuesta a caminar una distancia de 500 metros. Hay que tener en cuenta, a su vez, que la idea de una distancia aceptable también tiene que ver con la calidad del recorrido. Si el pavimento está en buenas condiciones y se considera que el paseo será interesante, caminar una distancia mayor es algo tolerable. De la misma manera, el deseo de caminar disminuye si la ruta a recorrer ofrece pocos incentivos, una actividad que el peatón encontrará cansadora. En estos casos, una caminata de solo 200 o 300 metros se verá como un gran esfuerzo, aunque se la pueda hacer en menos de cinco minutos.

La cantidad de peatones depende de cuán grandes sean los estímulos para serlo. El concepto de una aceptable distancia peatonal no cambia solo porque la ciudad es más grande. Un prerrequisito importante para que se produzcan caminatas cómodas y placenteras es que haya suficiente espacio para que una persona pueda moverse libremente, sin tener que eludir obstáculos o sufrir empujones y embotellamientos. Tanto los niños como los ancianos y los discapacitados requieren una cierta cantidad de espacio para poder circular.

Para lograr que la caminata sea una actividad confortable, realizada a un paso aceptable y con el espacio necesario, tiene que haber suficiente lugar para moverse sin interrupciones ni obstáculos severos.

 

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Ciudades buenas para las actividades de permanencia.

Las actividades que se desarrollan en una ciudad pueden englobarse en dos grandes grupos: las de movimiento y las de permanencia. Es dificultoso moverse dentro de un espacio público donde hay tantos estímulos para quedarse quieto y mirar. La otra cara de la moneda está representada por vastas nuevas áreas por las cuales camina muchísima gente que raramente se detiene en ellas.

 

Porqué necesitamos una ciudad a la altura de los ojos

 

En cualquier situación donde una persona se ve forzada a permanecer durante un tiempo en un mismo lugar, busca acomodarse sobre el borde urbano (los bordes urbanos suelen espacios que llegan a formar parte de la arquitectura de las fachadas y en los que se facilita que las personas se recarguen o se sienten), un fenómeno que se conoce como el “efecto del borde”.

 

Bordes para el espacio público.

Ubicarse sobre los bordes es una cuestión fundamental cuando se trata del espacio público, donde las esperas más prolongadas deben realizarse rodeado de extraños, porque nadie quiere que se note que está solo y esperando a alguien. Si nos paramos junto a la fachada de un edificio, al menos tenemos donde apoyarnos. Los detalles de una fachada y el equipamiento también brindan cobijo cuando se trata de permanecer en la zona de borde de un espacio público.

De modo resumido, se puede afirmar que los requerimientos generales que hacen a la calidad de una ciudad a la altura de los ojos son: un microclima agradable, una correcta ubicación, preferentemente cerca de un borde, con la espalda contra la pared, vistas interesantes, un bajo nivel de ruido que permita la conversación y la ausencia de polución.

Buenas vistas para el espacio público.

Que haya buenas vistas depende, naturalmente, del sitio, pero observara las personas y la vitalidad urbana es la atracción principal. Cuando el clima, la ubicación, la protección y las vistas se combinan en un mismo lugar, sentarse allí equivale a entrar al mejor de los mundos. Las personas sienten que han encontrado un lindo lugar, en el cual pueden permanecer por mucho tiempo.

La presencia de lugares vacíos es un indicador clave del grado de confort físico y psicológico que los usuarios tienen. A las personas les gusta sentir que están cerca de otras.

 

necesitamos una ciudad a la altura de los ojos

 

Alentar a las personas a caminar y a andar en bicicleta en el espacio público es un punto de partida, pero no es suficiente. También se debe impulsar la opción de sentarse y permanecer en la ciudad. Las actividades de permanencia son fundamentales si se quiere tener no solo una ciudad vital, sino una ciudad vital y disfrutable. La gente se queda en un lugar si es atractivo, significativo y placentero.

 

Una ciudad considerada óptima para los encuentros ofrece oportunidades para tres actividades humanas básicas: mirar, escuchar y hablar.

 

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Gloria C. Morales FonsecaAutora: Gloria Morales. Licenciada en Arquitectura por la Universidad Autónoma de Sinaloa. MC. en Arquitectura y Urbanismo por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Profesora e investigadora en temas urbanos.

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