El reto del urbanismo ante el paradigma contemporáneo
Actualmente vivimos en un mundo donde el desarrollo comercial lucha por abrirse camino a costa de los recursos naturales y humanos de los que le sea posible disponer.Nos ofrecen a cambio lo que concebimos como comodidad, estatus y progreso. Pocas son aquellas personas que se toman el atrevimiento de voltear la moneda para ver su otra cara.Quienes lo hacen han de adoptar una responsabilidad auto proclamada que sigue ideales que apuntan a un modelo distinto de progreso y confort humano.
Las responsabilidades del urbanismo
La responsabilidad de un urbanista es con su ciudad y con su planeta, por ello, debe ser la primera persona en pensar fuera de la caja y darle la vuelta al sistema de ideas y prácticas obsoletas con las que crecimos por generaciones.Esas tendencias que son en absoluto perjudiciales para nuestro planeta, que benefician a las minorías con los recursos de todos y promueven un desarrollo insostenible, excluyente e inequitativo.
En medio de todo el escenario que la sociedad actual nos vende, el urbanismo es la profesión, o el oficio que debe romper los paradigmas de la “ciudad moderna” que nos han vendido por décadas. Se debe romper con la idea de que la movilidad motorizada es la más eficiente, que el disponer de un automóvil nos brinda categoría, poder y estatus. Debemos acabar con la pre concepción, de que los espacios públicos no son para todos y que las zonas residenciales aisladas son las más seguras y que por ser exclusivamente residenciales tienen orden.
Cambiando el paradigma
De la misma manera, hay que dejar de pensar que vialidades más anchas y con más carriles promueven una mejor movilidad. Una calle adaptada y diseñada para peatones atrae más personas, personas que viven de una manera más directa su ciudad.Las zonas peatonales promueven la interacción entre los ciudadanos, dinamiza las actividades económicas que se llevan a cabo en el espacio público y hace del lugar un ámbito lleno de vida.Las zonas con uso de suelo mixto ofrecen mayores servicios en distancias menores, permitiendo satisfacer nuestras necesidades por medio de desplazamientos cortos que pueden ser realizados por medio de la movilidad activa.De la misma manera, un barrio donde hay constante actividad, es un barrio seguro, vigilado por los mismos vecinos tan sólo por el hecho estar presentes en los espacios públicos.
A las y los urbanistas de esta generación nos toca repensar la ciudad para detectar estas dinámicas que han sido estigmatizadas y son equivocadamente relacionadas con un nivel de vida bajo.Nos toca romper con el paradigma actual para sensibilizar a la ciudadanía, a los gobiernos y demás actores que conforman las ciudades y luchar por un modelo de ciudad y una concepción de la calidad de vida que sea a fin con un desarrollo sustentable de las ciudades y la cohesión social.
Urbanista egresada de la primera generación en Diseño Urbano y del Paisaje por la Universidad Autónoma de Sinaloa con acentuación en recuperación del espacio público, placemaking y cohesión social.