Las zonas 30 han demostrado múltiples beneficios en el entorno urbano. Por una parte, se reduce el congestionamiento vial y muy notoriamente se incide en el descenso de atropellamientos en aquellas zonas donde los peatones están presentes de forma destacable.
De igual manera, se ha demostrado una reducción de contaminación del aire generada por los motores de los vehículos y de contaminación auditiva en distintas zonas de la ciudad en donde se aplique.
No hay que confundir las zonas 30 con las zonas peatonales, ya que las primeras siguen siendo vías en las que el vehículo y el peatón tendrán que compartir espacios y de igual forma, cumplir con las reglamentaciones de tránsito que se le indiquen.
Como conclusión, no queda más que seguir insistiendo en la importancia de seguir mejorando nuestras calles para el beneficio de todos los usuarios, en especial para los más vulnerables. Las zonas 30 mejoran varios aspectos de nuestras ciudades y lo más importante, también salvan vidas. Al tener zonas con límites de velocidad donde el flujo de peatones o ciclistas es más notorio, permiten que, ante cualquier siniestro o error humano, este no termine en un deceso ya que, al transitar a menor velocidad, es mayor la capacidad de reacción que tendrán los conductores.
Autor: Oscar Urquidy. Licenciado en Diseño Urbano y del Paisaje por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro staff de Mapasin.