En muchas ciudades del mundo, incluida Culiacán, el modelo de crecimiento urbano ha estado dominado por la expansión horizontal: casas unifamiliares que se extienden cada vez más lejos del centro, ocupando grandes extensiones de suelo. Si bien este modelo puede parecer una solución para la demanda habitacional, tiene efectos graves en la movilidad urbana, la calidad de vida y el medio ambiente. Por lo anterior, en esta ocasión exploraremos cinco razones por las cuales expandir la ciudad es una mala idea para la movilidad ya que esta tendencia impacta negativamente y por qué es urgente reconsiderar cómo diseñamos nuestras ciudades.
Cuando las ciudades se expanden horizontalmente, las distancias entre los hogares, los lugares de trabajo, las escuelas y los servicios se vuelven mucho mayores. Esto obliga a las personas a depender del automóvil privado para sus desplazamientos diarios, generando una mayor saturación de las vialidades y, por ende, más tiempo perdido en el tráfico. En un estudio reciente, se encontró que las ciudades más extensas tienden a tener mayores emisiones de carbono por habitante debido al uso intensivo de automóviles.
La baja densidad de población en las zonas de expansión dificulta la implementación de un sistema de transporte público eficiente. Al haber menos usuarios potenciales en un área determinada, las rutas de autobuses o trenes resultan menos rentables y accesibles. Esto genera un círculo vicioso: las personas no usan el transporte público porque no es eficiente, y no es eficiente porque no hay suficiente demanda.
Expandir la ciudad implica una inversión significativa en infraestructura: nuevas calles, alumbrado público, redes de agua potable, drenaje y electricidad. Además, estas infraestructuras requieren mantenimiento constante, lo que representa un costo constante para el gobierno y las personas que habitan la ciudad, resultando en menos recursos disponibles para mejorar la movilidad sostenible en las áreas centrales o para desarrollar alternativas de transporte público.
Las ciudades extensas tienden a fragmentarse en zonas monofuncionales: áreas residenciales alejadas de los centros laborales, comerciales y educativos. Esto no solo aumenta los tiempos de traslado, sino que también crea desigualdades en el acceso a servicios y oportunidades. Las personas sin acceso a un automóvil privado quedan excluidas, lo que agrava problemas de inclusión social.
La expansión urbana consume terrenos naturales y agrícolas, destruyendo ecosistemas valiosos y reduciendo la biodiversidad. Además, el aumento en el uso de automóviles incrementa las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo al cambio climático. Una ciudad compacta y bien conectada es mucho más sostenible desde el punto de vista ambiental.
En lugar de seguir expandiéndonos hacia las afueras, es necesario apostar por un modelo de ciudad compacta con densidad equilibrada y usos mixtos. Este enfoque prioriza:
En conclusión, el crecimiento horizontal puede parecer una solución rápida a las demandas habitacionales, pero sus costos en términos de movilidad, calidad de vida y sostenibilidad son demasiado altos. Es hora de repensar nuestra ciudad y apostar por un modelo de desarrollo urbano compacto, eficiente y humano. Diseñar barrios con densidad equilibrada y usos mixtos, incluyendo edificaciones de altura moderada en zonas cercanas al centro urbano, es un paso esencial hacia un futuro urbano más sostenible.
Autor: Andrés Salazar. Ejecutivo de proyectos de Mapasin. Egresado de la Primera Generación de Urbanistas por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Estratega Urbano con enfoque en Movilidad Urbana Sustentable por el Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU).