Culiacán enfrenta una creciente crisis de inseguridad vial para los peatones, y el reciente atropellamiento mortal en el bulevar Francisco I. Madero lo confirma. La siniestralidad peatonal en esta vialidad, una de las más transitadas de la ciudad, evidencia las graves deficiencias en infraestructura urbana que ponen en riesgo a quienes se desplazan a pie. El caso de un hombre de 64 años que perdió la vida al intentar cruzar este bulevar, a la altura de la Caseta 4, ilustra la urgencia de rediseñar los entornos urbanos con prioridad en la seguridad peatonal. A continuación, se analizan los factores que contribuyeron al siniestro y se presentan siete recomendaciones clave para prevenir nuevas tragedias.
Sábado 22 de febrero, 19:56 horas
Víctima: Peatón de 64 años
En el bulevar Francisco I. Madero, a la altura de la Caseta 4, se registró un atropellamiento en el que perdió la vida un peatón de 64 años. La víctima había logrado cruzar uno de los sentidos del bulevar y llegó al camellón central. Sin embargo, al intentar cruzar hacia el otro lado, fue embestida por un vehículo que circulaba a exceso de velocidad.
El siniestro ocurrió a pocos metros de un crucero semaforizado, mismo que se encontraba en fase ámbar, lo que invita a acelerar para alcanzar a cruzar, ya que se entiende que esto es permitido.
Este siniestro vial refleja varias deficiencias en el diseño y la gestión del entorno vial en un corredor importante para la ciudad, identificado como uno de los más conflictivos en materia de seguridad vial. La cercanía del siniestro a un crucero semaforizado debería de garantizar un entorno de movilidad más segura; sin embargo, la falta de infraestructura específica para gestionar la velocidad permite que las velocidades sean más altas de lo permitido.
Además, la ausencia de infraestructura segura para peatones fue un elemento crítico. Este crucero, a pesar de ser uno de los más grandes e importantes de la ciudad, no cuenta con una fase peatonal, ni señalización visible que garantice un tránsito seguro para quienes cruzan. La configuración actual del semáforo, con una fase ámbar que se presta a interpretaciones ambiguas, fomenta un comportamiento de riesgo al priorizar el flujo vehicular sobre la seguridad de los usuarios más vulnerables.
Este siniestro pudo haberse evitado mediante una mejor gestión de velocidades y una infraestructura vial más segura. La implementación de medidas para limitar la velocidad en el bulevar, como señalización clara, reductores, angostamiento de carriles; habría disminuido los factores de riesgo. Un diseño vial que contemple cruces peatonales protegidos y visibles, accesibilidad universal, con elementos como iluminación adecuada y señalización, habría proporcionado un entorno más seguro para todos, en especial para los peatones.
Por otro lado, la optimización de las fases semafóricas es crucial. Reducir la duración de la fase ámbar y establecer una fase de rojo total para todos los vehículos permitiría que los peatones crucen de manera cómoda, sin embargo, lo ideal sería incorporar una fase exclusiva para el cruce peatonal garantizando la seguridad de este. Estas acciones no solo hubieran prevenido este siniestro, sino que también habrían contribuido a crear un entorno vial más inclusivo y tolerante al error humano.
Este siniestro no puede ser atribuido únicamente al comportamiento del peatón o del conductor. Si el sistema vial permite situaciones de riesgo al no ofrecer condiciones seguras y predecibles para todos los usuarios, entonces está fallando.
Una infraestructura que fomente velocidades adecuadas, así como una señalización que priorice la vida de los peatones, podría haber evitado esta pérdida humana. El diseño vial debe anticipar errores humanos y minimizar sus consecuencias, eliminando las condiciones que permitan comportamientos peligrosos. Este caso subraya la necesidad urgente de entornos urbanos diseñados para proteger a los usuarios más vulnerables.
Para prevenir tragedias como la ocurrida en el bulevar Francisco I. Madero, es urgente rediseñar los espacios urbanos con prioridad en la seguridad de los peatones. A continuación, se enumeran medidas concretas que deben ser consideradas:
1. Cruces peatonales a nivel y bien señalizados
2. Fases semafóricas exclusivas para peatones
3. Reductores de velocidad físicos y visuales
4. Islas o refugios peatonales en camellones
5. Iluminación adecuada en pasos peatonales
6. Angostamiento de carriles y chicanas
7. Sensibilización vial y señalización clara
Diseñar una ciudad segura para los peatones es una inversión en justicia social, salud pública y sostenibilidad urbana. Los cambios propuestos no solo prevendrían siniestros viales como el ocurrido en la Caseta 4, sino que también promoverían una movilidad más humana, inclusiva y resiliente. La infraestructura vial debe estar al servicio de todas las personas, empezando por quienes se desplazan de forma más vulnerable: a pie.