El pasado 25 de febrero, se llevó a cabo el segundo Foro Regional sobre la Ley General de Seguridad Vial en Hermosillo. El objetivo de esta ley es legislar a favor de la vida, de la salud, de la seguridad e integridad física de las personas en nuestras vías.

Dicho foro reunía las propuestas de Baja California, Baja California Sur, Sonora, Chihuahua y Sinaloa. Mapasin formó parte del mismo como representante de la sociedad civil organizada de Sinaloa, a lado de Mujeres en Bici Culiacán y la Universidad Autónoma de Sinaloa, gracias a las gestiones de la Senadora Imelda Castro.

Para Mapasin es fundamental elevar a nivel de política pública la seguridad vial. Sinaloa ha permanecido en los últimos años en los tres primeros lugares en el país por muertes de peatones en siniestros viales, y según datos de INEGI, Culiacán es el municipio con la tasa de mortandad de peatones más alta de los 0 a 15 años.

Nuestra participación giró en torno a la identificación de los retos de la seguridad vial que hemos identificado, entre ellos se encuentra la falta de sensibilización de tomadores de decisión en materia de movilidad urbana sustentable y de la jerarquía de la movilidad, así como de la vulnerabilidad de los usuarios en las vías. 

Algunas autoridades de la Dirección de Vialidad y Transportes del Gobierno del Estado dicen que la velocidad en zonas urbanas debe ser de 60 km/h y todavía podremos dar 10 km más de tolerancia. ¡Imaginen ustedes que mayor reto que cambiar dicha mentalidad!

Es aquí donde hago mención de uno de los mayores retos en materia de seguridad vial, la velocidad. La velocidad mata. La gestión de la velocidad en nuestras ciudades es fundamental para garantizar la seguridad de todas y todos los usuarios de las vías. Algunos estudios que comparten nuestros amigos de Liga Peatonal y el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo ITDP muestran que a una velocidad de 50km/h los peatones tienen un 50% de probabilidades de sobrevivir, ese porcentaje se reduce al 10% al aumentar a 60 km/h, mientras que el porcentaje de sobrevivir a un siniestro vial con un vehículo a 30 km/h es del 90%.

Debemos explorar todos los caminos posibles para reducir la velocidad, desde el uso de dispositivos tecnológicos del control del tránsito, como las fotomultas, así como elementos en el diseño de las vialidades para la pacificación del mismo. 

Para el desarrollo de nuestro trabajo como laboratorio urbano de movilidad, hemos visto la falta de datos de siniestros viales abiertos para la toma de decisiones y el desarrollo de propuestas y estrategias de intervención en los puntos más conflictivos. 

Hemos visto también la falta de coordinación entre las instituciones responsables de la seguridad vial con quienes diseñan y construyen las vías, y el correcto uso de las mismas por quienes transitan en ellas, así como la falta de firmeza en el proceso para el otorgamiento de las licencias y la aplicación de los reglamentos de tránsito. 

De igual forma, encontramos el reto de concebir a la inseguridad vial como un problema que debe enfrentarse con una visión integral y multisectorial, al encontrarse inmersos en ella diversos factores y actores.

Encontramos también falta de compromiso, a veces por desconocimiento o por falta de interés de algunas instituciones correspondientes, en darle seguimiento a proyectos y acuerdos por la seguridad vial más allá de los tiempos de las administraciones.