Mapeo ciudadano: cómo la participación mejora nuestras calles | Mapasin

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El diseño de nuestras ciudades no debería ser una tarea exclusiva de expertos e instituciones. Las personas que habitan, caminan y transitan diariamente por calles y espacios públicos tienen un conocimiento valioso que puede transformar la movilidad urbana. El mapeo ciudadano (una herramienta participativa para identificar problemas, proponer soluciones y generar datos desde la experiencia de la comunidad) ha demostrado su eficacia en múltiples regiones del mundo. Sin embargo, para que su impacto sea real, es indispensable que las autoridades reconozcan este trabajo, garanticen la seguridad de quienes lo ejercen y generen canales institucionales de escucha activa y sin represalias.

 

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¿Qué es el mapeo ciudadano?

El mapeo ciudadano es un proceso en el cual las personas (ya sean vecinas, activistas, estudiantes o usuarias del espacio público) recogen información sobre su entorno, especialmente sobre aspectos de movilidad, seguridad vial, accesibilidad y calidad del espacio urbano. A través de aplicaciones digitales, mapas comunitarios o talleres presenciales, se identifican puntos conflictivos como cruces peligrosos, banquetas en mal estado, falta de iluminación o acoso callejero.

Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2020), estas metodologías ayudan a visibilizar desigualdades y a priorizar inversiones públicas con criterios sociales y no solo técnicos. Por su parte, la ONU-Hábitat ha promovido el uso de estas herramientas para empoderar a comunidades vulnerables y garantizar su derecho a la ciudad.

 

Experiencias internacionales con la particpación ciudadana a través del mapeo

En Europa, ciudades como Barcelona y Ámsterdam han incorporado sistemas de mapeo colaborativo para diseñar ciclovías seguras, rutas escolares y zonas de tráfico calmado. En América Latina, iniciativas como Mapatón CDMX y Geochicas han tenido un impacto significativo en la generación de datos abiertos para el transporte público y la equidad de género en el espacio urbano.

En Colombia, el proyecto Bogotá Cómo Vamos ha involucrado a la ciudadanía en la evaluación del transporte y la seguridad vial, generando informes que han sido tomados en cuenta por el gobierno local. En Brasil, iniciativas de mapeo comunitario en las favelas han permitido acceder a servicios básicos a través del reconocimiento territorial colectivo.

 

 

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Mapeo ciudadano en México, Sinaloa y Culiacán

En México, el mapeo ciudadano ha crecido en los últimos años como respuesta al abandono de ciertas zonas urbanas y a la falta de infraestructura segura. Algunos proyectos como Camina y Haz Ciudad han evidenciado cómo la participación organizada puede incidir en políticas públicas de movilidad.

En Sinaloa, desde Mapasin hemos liderado e impulsado ejercicios de mapeo ciudadano en Culiacán para identificar riesgos viales, promover rutas seguras a la escuela y diseñar propuestas para mejorar la infraestructura peatonal y ciclista. Estos ejercicios han visibilizado, por ejemplo, zonas escolares sin pasos seguros, rutas de transporte público sin paradas adecuadas y barrios con iluminación deficiente.

Sin embargo, también existen retos importantes: activistas locales han señalado la necesidad de que las autoridades no solo escuchen sino actúen con base en estos diagnósticos ciudadanos, y que se garantice la seguridad de quienes promueven cambios en la ciudad, especialmente cuando se cuestionan intereses privados o decisiones gubernamentales.

 

 

La importancia de los mapeos ciudadanos en la mejora de nuestras calles

El mapeo ciudadano no es solo una herramienta técnica: es un ejercicio democrático. Involucra a las personas en la construcción de ciudades más seguras, accesibles y justas. Pero para que funcione realmente, las instituciones deben comprometerse a reconocer estos procesos, garantizar la seguridad de quienes participan, evitar represalias y traducir las voces ciudadanas en acciones concretas. Solo así será posible caminar hacia una ciudad que no solo se diseña desde los escritorios, sino también desde las calles.

 

 

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Fuentes: Banco Interamericano de Desarrollo (2020). Herramientas participativas para la movilidad urbana. ONU-Hábitat (2023). Ciudades inclusivas y participación comunitaria. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Mapeo ciudadano y gestión local del territorio. Mapasin (2023). Mapeo de rutas escolares seguras en Culiacán. Geochicas (2021). Cartografía colaborativa con perspectiva de género. SEDATU (2022). Participación ciudadana en la planeación urbana

 

 


Autora: Gloria Morales. Ejecutiva de educación y comunicación de Mapasin. Licenciada en Arquitectura por la Universidad Autónoma de Sinaloa. MC. en Arquitectura y Urbanismo por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Profesora e investigadora en temas urbanos.

 


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