Durante ya algunos años muchas ciudades del mundo y de nuestro país han iniciado a diseñar e implementar infraestructura ciclista para promover el uso de la bicicleta como modo de transporte y en el camino se han encontrado muy buenas prácticas y al mismo tiempo otras no tan buenas.
Anteriormente se ha mencionado a las buenas prácticas y el por qué es importante replicarlas; en esta ocasión, se mostrarán algunas de las dichas malas prácticas en la implementación de ciclovías y por qué no deben ser replicadas en nuestras ciudades:
CICLOVÍAS EN CAMELLONES
En las discusiones técnicas sobre dónde colocar una ciclovía es común escuchar opiniones sobre utilizar camellones de bulevares importantes para colocar dicha infraestructura y así no “molestar” o “quitarle” espacio a los automóviles, sin embargo, esto provoca aún más inseguridad vial para quienes se desplazan en bicicleta ya que los cruces con otras calles tendrán más puntos de conflicto con otros usuarios de la vía y el riesgo de colisiones aumenta considerablemente.
Así mismo, es importante conocer que los viajes en bicicleta suelen ser cortos y en muchas ocasiones escalonados, por lo tanto, las personas usuarias de la bicicleta tenderán a no utilizar dicha infraestructura y rodar por la calle ya que no satisface sus necesidades de movilidad al tener que entrar y salir al camellón de manera frecuente para solo utilizarlo una, dos o incluso media cuadra.
CICLOVÍAS EN BANQUETAS
Otra de los pensamientos comunes es el de utilizar las banquetas como ciclovías, o quitarles espacio a las banquetas para utilizarlo como ciclovía lo cual es aún más grave que el ejemplo anterior ya que debemos recordar que las y los peatones tienen la máxima prioridad en el espacio público y el hecho de quitarles algo del ya reducido espacio con el que cuentan en nuestras ciudades no es algo que debamos si quiera considerar.
CICLOVÍAS ELEVADAS
Afortunadamente esta idea no ha permeado mucho en el imaginario colectivo de las ciclovías, el único ejemplo que tenemos en nuestro país se encuentra en la ciudad de Puebla, la cual es una infraestructura sumamente cara de inversión inicial, así como de mantenimiento que no contempla lo anteriormente mencionado en el apartado de ciclovías en camellones.
Aunado a esto, se convierte en un espacio de inseguridad ciudadana donde el robo, los asaltos e incluso el acoso están presentes al no haber salidas de ella durante cientos de metros de longitud.
El mensaje público que envían estos tipos de infraestructura ciclista continúa con la hegemonía del automóvil en el espacio público y no se le da el lugar y la prioridad que las personas usuarias de la bicicleta tienen ya por ley en nuestro país, sobre todo cuando existen ya manuales de diseño urbano como el Manual de Calles Mexicanas o el Manual de Calles Seguras para Ciclistas que contienen información muy clara sobre como si y como no diseñar una ciclovía.
Implementar una ciclovía requiere de un gran compromiso con la movilidad sustentable, pero sobre todo con la seguridad vial, el proteger la vida de las personas usuarias de la bicicleta debe ser una prioridad en el diseño de la infraestructura por lo que no se debe poner en riesgo su integridad física con diseños inadecuados.
Autor: Andrés Salazar. Egresado de la Primera Generación de Urbanistas por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Estratega Urbano con enfoque en Movilidad Urbana Sustentable por el Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU).