La psicoeducación, la escucha, empatía y terapia individual y familiar son elementos que favorecen el tratamiento para abordar el duelo o la depresión mayor por un siniestro vial. En el marco del Día Mundial en Recuerdo a las Víctimas por Siniestros Viales, te queremos compartir un poco sobre el abordaje desde la psicología ante esta clase de hechos.
Una noche de noviembre de 2010, una llamada informó a Guadalupe acerca de la muerte de su hija. Un auto impactó el vehículo en el que viajaba. Los últimos 14 años ha enfrentado su pérdida de diversas formas. Durante el primer lustro pasó de la negación a sentir un profundo rencor y coraje; después sintió culpa, y de nuevo negación; con el tiempo, comenta, aunque el dolor ha permanecido, finalmente aceptó la muerte de Claudia e incluso retomó algunas actividades. El apoyo de su familia ha sido la clave.
Ese evento ocurrió en Culiacán, la capital del estado con la tasa de mortalidad vial más alta de todo el país a causa de los siniestros viales. En 2022, la entidad registró 9.1 muertes por cada 100 mil personas. En 2020, año del confinamiento por la pandemia, murieron 267 personas en la entidad por esa causa (Inegi). En 2021, según el Informe sobre la Situación de la Seguridad Vial, México 2022, 14 mil 715 personas perdieron la vida de esa forma en todo el país; se trata de una tasa de 11.4 muertes por cada 100 mil habitantes.
Por cada una de las citadas cifras, existe una familia sobrellevando la pérdida. En muchos de los casos, señala el psicólogo José Miguel Mora Rodríguez, el duelo se complica, escalando a una depresión mayor, con síntomas muy parecidos, aunque con ciertas particularidades.
“Hay mucha diferencia entre un accidente y un siniestro en relación al proceso de duelo y cómo la persona lo va experimentando. Se relacionan más los duelos patológicos o que generan que la persona sobrelleve la pérdida”, explica.
Entre las características de un duelo complicado destaca la pérdida de interés por las actividades cotidianas y la interacción con otras personas, e incluso la falta de motivación para levantarse por las mañanas; todo esto con una prolongación de seis meses.
Sin embargo, el especialista señala que duelo complicado por siniestros viales se relaciona principalmente con emociones como la ira y pensamientos distorsionados que vienen de la culpa y vinculan emociones negativas que impiden que la persona procese su duelo.
“La persona se queda enfrascada en la ira, es común escucharla decir: ´quiero justicia´, ´yo voy a encontrar al responsable’. En el proceso del duelo se pasa a la negociación y después a la depresión y por último a la aceptación; pero no es un proceso lineal. Pueden regresar a la ira, a la negociación o a la depresión. Tomará tiempo que el dolor disminuya y que la persona aprenda a seguir viviendo después de esa pérdida, pero es importante trabajarlo”.
La complicación del duelo depende de los apegos, explica Mora Rodríguez, sobre todo de la relación construida con la persona fallecida; también con aspectos de la personalidad del doliente, quienes en muchos de los casos son más aprehensivos, eran más dependientes de la persona, o incluso, presentan dificultades de comunicación. Aunque señala que esto último no es una generalidad, es común observar pacientes que desarrollan el duelo a partir de esas características de la personalidad.
“El duelo es parte de la vida, es algo natural de los seres humanos, es el vínculo de confianza que generamos hacia el otro por el afecto que tenemos hacia el mismo. El apego es algo natural, pero cuando se tiene miedo a perder a alguien que se quiere mucho, ya es un apego inseguro, o bien, después de la pérdida, la persona ya no genera vínculos cercanos con otras personas, porque genera apegos ansiosos: es como decir, ya estoy confiando en ti, pero me dolería perderte como ya perdí a esa otra persona”, explica.
Se trata, añade, de una afectación a la confianza y autoestima propios, debido a la forma tan repentina en la que ocurren los siniestros viales; por ello, la terapia consiste en conocer el factor de protección del paciente. Consiste en las herramientas que posee la persona, mismas que van desde técnicas confrontativas, hasta rituales de despedida.
El tratamiento consiste en sesiones de reestructuración cognitiva, en las que los dolientes trabajan la aceptación de que no podrán hacer nada para cambiar el hecho, pero sí los pensamientos en relación al suceso.
“La persona tiene que lograr identificar qué tipo de pensamiento le está generando esa distorsión, la culpa o incluso, la falacia de la justicia, de decir, por ejemplo: ‘si yo soy una buena persona, ¿por qué me sucedió a mí?’”.
Existen además pensamientos que afectan el tratamiento. Estos tienen que ver con pensar positivo y relacionar que los tiempos pueden mejorar, pero que eso no nos compete a nosotros, sino a algo superior.
“Muchas veces en vez de ayudar, esos pensamientos truncan más el proceso”.
La canalización es el siguiente paso. La persona debe contestar algunas preguntas en referencia al duelo, después el especialista hará una entrevista en la que identifica instrumentos de medición de ansiedad, niveles de tensión por estrés, el estado anímico y emocional. A partir de los resultados se genera un programa de intervención que, de manera general y específica se relaciona a temas de ansiedad y la reestructuración cognitiva, es decir, a la identificación de pensamientos y auto registro de éstos para darles una reinterpretación para que su estado emocional y acciones no se vean afectados.
Finalmente, el paciente realiza el proceso confrontativo, que consiste en rituales asociados a una despedida metafórica, o por ejemplo, a través de escritos, depende de cada caso.
Ante la complejidad del tema y los altos niveles de la entidad en cuanto a muertes por siniestros viales, el psicólogo propone un programa de intervención para personas en duelo con técnicas de confrontación.
“Recomendamos que no solamente sea el aspecto personal, sino también el social y familiar; es decir, generar un grupo de apoyo en el que la persona reciba el respaldo del resto de los familiares, de la red de apoyo cercana”.
“Lo primordial es trabajar la asertividad. Por lo general vemos más la agresión o la comunicación agresiva. Tiende a imponerse la persona, se habla desde el dolor y la impotencia de no poder ayudar, mientras que la otra persona genera comunicación pasiva porque algo le impide defender, hablar, hacer valer su punto de vista”.
Recomienda, además, programas de familiares de víctimas de siniestros, pues cuando algunas personas se reúnen y hablan de sus problemas, participan en una dinámica de escucha activa, sin juzgar, y cuando la persona se siente escuchada, genera vínculos de confianza, tiende a abrirse y es cuando puede comenzar el duelo; sin embargo, es un proceso gradual.