¿Alguna vez nos hemos preguntado si el medio de transporte que utilizamos para todos nuestros recorridos, es realmente el más efectivo para cada uno de nuestros desplazamientos?Hemos hecho de nuestra ciudad, una red de vialidades que solo cumplen la función de desplazarnos de un lugar a otro. Vemos las calles, sólo como la ruta que nos llevará a un destino, sin percatarnos de todo lo que pasa en la ciudad mientras nosotros vamos encerrados en una cabina con ruedas.
Sin permitirnos contagiarnos de la vida que dan a las calles las dinámicas urbanas que ocurren a diario allá afuera. ¿Qué pasaría si el recorrido a nuestro trabajo fuera algo agradable, una manera de conocer el espacio público, y no solamente ‘‘el camino a’’?¿Alguna vez nos detenemos a pensar en lo que nuestro automóvil representa para ese peatón o ese ciclista?Al pasarles por un lado, les arrojamos una ola de calor además de ponerles casi en automático en estado de alerta. Esto debido a que la máquina en la que decidimos movernos por la ciudad, pone en constante peligro su integridad física, e incluso sus vidas. Sin contar que satura la red vial, deshumaniza la ciudad y daña el medio ambiente.¿Alguna vez dedicamos un pensamiento a considerar realizar alguno de nuestros desplazamientos por medio de otra modalidad? Sería una buena idea el darles la oportunidad y sorprendernos con muchas ventajas que ignoramos.
Mi experiencia
Recorriendo las calles de mi ciudad en bicicleta me di cuenta de todo el tiempo que me ahorro al no buscar estacionamiento a cada lugar al que voy. Sólo en el momento en el que observé que aquel autobús pasa justo frente a ese lugar al que me dirijo con frecuencia, me di cuenta de que no necesito gastar tanto en combustible para llegar al lugar al que deseo ir.Descubrí una manera distinta de vivir mi ciudad el día en el que me apeteció caminar hacia un lugar que me pareció cercano a donde estaba. Gracias a esa caminata descubrí esa tienda que hoy me encanta, ese nuevo café al que quiero ir, ese árbol que adorna la calle, ese parque al que nunca le había puesto atención y en el que ahora disfruto ir a leer.
Entonces descubrí que no todo lo tengo que hacer dentro de las paredes de mi casa. Hubo lugares nuevos donde hacer lo que suelo hacer en los sitios de siempre. Ahora tengo un pretexto para salir por un trago con esa amiga, porque pasé por un lugarcito pintoresco que deseo visitar.Entonces descubrí, que no solamente mi casa es mi hogar, y desarrollé un afecto especial por la ciudad en la que crecí pero que hasta hace poco tiempo, desconocía.En cuanto a los desplazamientos, ahora sé que un peatón siempre se encuentra sumamente vulnerable ante un automóvil, y que, en un simple descuido, quién se llevará la peor parte será seguramente esa persona que va caminando. Ahora entiendo que en realidad no tengo tanta prisa como solía tener siempre que tomaba un volante, y, que la ciudad es de todas las personas que vivimos en ella, por lo tanto, es un deber colectivo el compartir el espacio público, incluyendo las calles, con respeto y empatía hacia todos y todas las que lo ocupan al mismo tiempo que yo.