Ocasionalmente al construir una nueva vialidad se idealiza una calle eficiente que agilice el trayecto al automóvil. De esta forma descuidamos las necesidades que requiera alguien que no utilice este medio para transportarse. Desde la accesibilidad a través de banquetas y rampas, la infraestructura para la pacificación vial como lineas logaritmicas, cruces seguros y reductores de velocidad, hasta la vegetación que brinda confort a los transeúntes.
Los trayectos impuestos no son los indicados por múltiples factores: como lo son la inseguridad por falta de iluminación, la obstaculización por parte de los automóviles, la ineficiencia de los puentes peatonales y de las aceras para las personas con discapacidades. No se cuenta ni con la infraestructura más básica para una movilidad digna, lo que lleva a los peatones a crear sendas que por sus necesidades y seguridad prefieren tomar a las designadas.